viernes, 7 de febrero de 2014

Juan Santos Atahualpa y la sangre insurgente en Cajamarca

Juan Santos Atahualpa

Los movimientos sociales, en el Perú, tienen toda una historia que ha concluido en violencia. Las rebeliones estallaron desde la colonia hasta el presente siglo. Cajamarca, en el primer tercio del siglo XXI, ha sido escenario de una insurgencia  que no sólo paralizó a casi toda la región, sino hizo tambalear al gobierno de turno que no tuvo otro camino que acudir a las fuerzas represivas para pretender restituir el orden y la tranquilidad en la capital de la región. A policías y militares movilizaron para intimidar a toda una población indignada por los abusos del poder económico que es avalado por el poder político. Lo que más indignó a esa población fue la traición del que después llegó a ser presidente.

¿Hay una tradición insurgente en Cajamarca? Ya en la República, en la sierra norte, los movimientos campesinos contra el gamonalismo no fueron tan fuertes como en el sur del país. Pero hubo pequeñas rebeliones que fueron sofocadas con violencia y muertes. Campesinos cajamarquinos fueron asesinados. En 1854, los cajamarquinos con sus líderes a la cabeza, emprendieron la rebelión contra el centralismo costeño hasta lograr su independencia como departamento.

Tal vez se pueda asegurara que, en Cajamarca, existe una sangre insurgente que en cualquier momento puede estallar debido a factores que lo alimentan en el momento. Teniendo en cuenta a los últimos estudios del doctor Waldemar Espinoza, Juan Santos Atahualpa es oriundo de Cajamarca. El historiador cajamaquino, cuando estuvo por Cajamarca a fines del año pasado, en una conferencia, leyó  algunos datos que muestran que el indio rebelde Juan Santos es cajamarquino, “Dicen que ha nacido en esa ciudad pero otros testimonios lo señalan como originario de Cajamarca”[1] Esa ciudad se especula al Cusco. Así que, el primero que levantó la bandera de rebelión contra los españoles, en 1742, fue nuestro coterráneo indio Juan Santos. Mucho tiempo antes que la rebelión de 1780 de  Tupac Amaru II.

Pero, ¿quién fue  Juan  Santos Atahualpa? Flores Galindo en su libro “Buscando un Inca” da a conocer algunos datos del rebelde cajamaquino y dice: “Cuando habían terminado las lluvias a fines de mayo de 1742 llegó Juan Santos Atahualpa al pueblo de Quipongo (…) se supone que pudo haber nacido entre 1705 y 1710. De ser ciertas estas fechas habría llegado a la selva central cuando frisaba los treinta años: quizá la edad más adecuada para que un líder mesiánico inicie su prédica. No se sabe de dónde venía aunque se sospecha que del Cusco guiado por un Piro. Dicen que había nacido en esa ciudad, pero otros testimonios lo señalan como originario de Cajamarca. Se le atribuye viajes a Europa y Africa…”   

Si bien Santos no inició su rebelión desde su tierra natal, Cajamarca, según Waldemar Espinoza, pero lo hizo desde la selva central en Quispongo el pueblo a donde llegó para “levantar a las conversiones del Cerro de la Sal” y para  convertirse en líder de los indígenas de la amazonía central y temido por los españoles y por los franciscanos a quienes odiaba y también le odiaban.

De modo que, los líderes como  Juan Santos, no han dejado de existir  en Cajamarca. En el último conflicto Conga han aparecido líderes que han dirigido y continúa dirigiendo la lucha contra el proyecto minero Conga que, científicamente, es destructor no sólo para la vida animal y vegetal, sino de las personas. Tal vez  Manuel Ramos, Edy Benavides y otros más dirigentes, puedan ser Juan Santos en pleno siglo XXI  con la única deferencia que los tiempos son otros y los modos de lucha también otros.

Al rebelde indio, los españoles no pudieron capturarlo para decapitarlo como hicieron más tarde con  José Gabriel Condorcanqui. Fue un tremendo dolor de cabeza para los europeos ibéricos que pretendían penetrar en la selva central. Sobre todo para los evangelizadores franciscanos.  En tanto, a los líderes cajamaquinos de hoy no les pueden detener y decapitarlos, pero si son perseguidos a través de la figura legal de la Criminalización de la Protesta Social que consiste en ser denunciados y tener que comparecer en el Ministerio Publico cada cierto tiempo. No es más que intimidarlos.

Si bien  Juan Santos Atahualpa pretendió encontrar el Inca y restaurar la monarquía cosa que fracasó como  Tupac Amaru II, los líderes de ahora no buscan un Inca como emperador del Perú de hoy, sino tan sólo buscan encontrar el equilibrio entre el occidente y el mundo andino, entre el capital y la vida. 

Si los  movimientos sociales no han tenido éxito para expulsar al enemigo, por su falta de unidad, pero sí han tenido repercusión en el mundo de todo lo que ha sucedió a través del boom de la tecnología.  En segundos las muertes en el conflicto Conga se supo en el mundo y las organizaciones no gubernamentales en derechos humanos se pronunciaron. En el siglo pasado se podía ocultar hechos, ahora no es posible.  Ahora al movimiento social se une el movimiento tecnológico.             
     


[1]  Flores Galindo. “Buscando un Inca” pag. 103

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