El Instituto de Estudios Peruanos, Barómetro de las Américas y USAID, en Cajamarca, presentaron el resultado de encuestas aplicadas en los países de las Américas y entre ellos el Perú. Las encuestas están relacionadas con la percepción que tienen los encuestados con la democracia, el sistema político, la corrupción, la inseguridad… Los resultados, con relación al Perú, si que son preocupantes que, empíricamente, ya se observaba. Cultura Política de la democracia en Perú, 2 010 se titula el libro presentado.
Como es arto conocido no sólo por los técnicos, sino por la población de a pie, el descontento con las instituciones, en el Perú, si que es alarmante. El libro en este tema dice: “ La opinión pública peruana se encuentra en un profundo estado de desazón y descontento con sus instituciones políticas, que se extiende también hacia las actitudes que tienen frente a la democracia y los principios asociados con ella”. Los peruanos continúan desconfiando de las instituciones que, se supone, son las más importantes (los que administran justicia y los poderes del Estado y los partidos políticos). Los que apenas superan el 50% son la Iglesia, los medios de comunicación, las fuerzas armadas y la Defensoría del Pueblo.
¿Cuántos creen en la democracia?, como muestra el estudio, cada año los peruanos creen menos en la democracia. Así dice: “El apoyo a la democracia ha disminuido en relación con la encuesta realizada en 2008. En aquel año, el promedio de apoyo a la democracia fue de 65.5 en nuestra escala de 0 a 100; en 2010 ese promedio se redujo a 60.1 y la diferencia es estadísticamente significativa. De hecho, el Perú es uno de los pocos países en la región en los cuales el promedio nacional de apoyo a democracia se redujo entre ambos años. Esta reducción coloca al Perú en el último lugar en la región en la distribución de los promedios de apoyo a la democracia en 2010”. Incluso hay un porcentaje que se inclina por un golpe militar que, posiblemente, ante el desprestigio de la clase política, prefieren esta forma de gobierno. “El relativamente precario compromiso actitudinal con la democracia se confirma nuevamente cuando se compara la disposición de apoyar un golpe militar existente en el Perú con el de otros países. El Perú presenta uno de los promedios nacionales más altos en la escala de apoyo a golpes militares, apenas por debajo de Belice, México y Guatemala. Esta actitud no ha cambiado de manera significativa entre 2006 y 2010 y una serie de variables, tanto demográficas como de evaluación del desempeño del gobierno y del sistema político influyen en ella. Por ejemplo, y de manera preocupante por lo que puede significar para el futuro del sistema político peruano, las personas de menor edad (aquellas entre 15 y 25 años) son las más propensas a apoyar un golpe de Estado militar.” Apunta del estudio.
La corrupción y la inseguridad no sólo es problema en Perú, sino en todo las Américas. De hecho, para los peruanos, se ha institucionalizado que el actual gobierno lo ha reforzado. Por ello el libro agrega: “Es necesario agregar el importante descontento ciudadano y la degradación de la calidad de la vida cotidiana causada por la corrupción y la inseguridad personal que, como veremos, preocupa mucho a los peruanos”. Luego cintinúa: “Es importante señalar que el Perú continúa siendo un país de profundas desigualdades sociales y de discriminación, con un sector rural que se encuentra en general alejado de los beneficios y la modernidad que varias de las ciudades del Perú, especialmente la capital, gozan. El análisis realizado revela que la percepción de qué tan bien el gobierno está realizando la labor de combatir la pobreza y el desempleo (lo que aquí llamamos en forma abreviada “desempeño económico”), y, la victimización por corrupción, entre otros factores, afecta los niveles de apoyo a la democracia”.
Respecto al inseguridad dice: “Debemos decir que la percepción de inseguridad frente a la delincuencia sigue siendo la más alta de la región: en las tres últimas encuestas del Barómetro de las Américas (2006, 2008 y 2010), el Perú ha ocupado el primer o el segundo lugar en la distribución de países según el promedio de la percepción de inseguridad. Más aún, el Perú ocupa en 2010 el primer lugar entre todos los países encuestados en términos de la victimización por delincuencia”.
¿Y qué sucede con la corrupción? “Las cifras no son mejores cuando se trata de la corrupción. En relación con la percepción de corrupción entre los funcionarios públicos, el Perú ocupa el tercer lugar más alto en la región en los promedios de esta percepción, y también ocupa el tercer lugar más alto en términos de la victimización de corrupción, con un 32% de los entrevistados declarando que ha sido víctima de por lo menos un acto de corrupción. Lo que distingue al Perú de los otros países es que ninguno de ellos aparece de manera consistente en los primeros lugares en estas variables, es decir, ninguno de ellos presenta el perfil que tiene el Perú: alta corrupción, tanto efectiva como percibida, alta victimización por delincuencia, y una fuerte sensación de inseguridad personal. Esto es lo que coloca al Perú en una posición particular en la región y ayuda a explicar por qué los peruanos tienen una actitud tan negativa frente a la democracia y al sistema político”.
Los peruanos desean que el Estado intervenga en la economía pero no en el nivel como lo quieren otros países de las Américas. “En relación con las percepciones ciudadanas sobre el rol del Estado en la economía y la sociedad hemos encontrado que en el Perú existe un apoyo relativamente amplio a la participación del Estado en diversos ámbitos de la sociedad. Aunque el grado de apoyo a la intervención del Estado encontrado en el Perú no está entre los más altos en la región, la diferencia con los países que obtienen los puntajes más altos es relativamente pequeña. Esto indica, lo hemos ya señalado, una notable confluencia de opiniones en relación con el rol del Estado en la región, con la notable excepción de los Estados Unidos. Es claro que la gran parte de los ciudadanos latinoamericanos reclama más, no menos, Estado”.
Finalmente agrega que, a pesar del crecimiento económico, no se puede explicar por qué los peruanos no simpatizan con la democracia, las instituciones y el sistema político. Cocluye: “En conclusión, nuestro estudio muestra que el crecimiento de la economía, en sí mismo, no garantiza una mejora automática en el apoyo actitudinal a la democracia y sus instituciones en el Perú.”
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