Hace cuarenta y un años, un 02 de diciembre de 1969, ante las siguientes preguntas, según algunos autores, José María Arguedas termino con su vida: "¿La cultura andina está condenada a desaparecer?, ¿a asimilarse al mundo occidental? O por el contrario ¿puede incorporar algunos elementos y convivir con él?, ¿Son absolutamente antagónicas cultura andina y mundo occidental?"
Recordar a Arguedas, en la primera década del siglo XXI, como uno de los escritores más representantes de la literatura peruana dentro del pensamiento indigenista, no es para decirles a los muchachos de los colegios y de las universidades (que ya no leen las obras del indigenista, ni lo conocen), sigan el pensamiento de Arguedas o escriban relatos del mundo andino. Sino, por contrario, motivarlos a entender la sociedad peruana en un contexto de muchas influencias internas y externas. Como lo hizo el novelista.
Flores Galindo, interpretando el pensamiento del Arguedas escribe: “Así, Arguedas piensa que el Perú, sobre todo el Perú andino, el Perú de la sierra, es una sociedad dividida en dos. Una sociedad regida por las imposiciones y por violencias que vienen desde el tiempo de la conquista. La única forma de cambiar estas cosas es por medios igualmente violentos. Es la única forma que los campesinos adquieran reconocimiento como seres humanos, de que sus propiedades sean respetadas, de que su cultura deje de ser vejada y menos preciada permanentemente”. Parece que la interpretación que hace Galindo haciendo notar la violencia, como calco, se repite en la sociedad peruana del siglo XXI.
La violencia nunca ha estado en la psicología del indio del siglo pasado ni del campesino de hoy. Son las clases dominantes y el Estado de ese tiempo y de hoy, los que han hecho nacer en el hombre andino el uso de la fuerza para defenderse ante la violencia de las armas y de las leyes con significado propio. Galindo, del mismo modo, habla de los indios sumisos y de los quienes acuden a la violencia par hacerse respetar como ciudadanos.
De hecho, en pleno dominio de capital extranjero en los pueblos andinos de hoy, algunos campesino son también sumisos que se dejan, además de su abandono social, someter por el fuerte poder económico del mundo occidental, que dice que trae modernidad, pero destruye el mundo natural donde viven el campesino. Pero hay otros, al ver que la violencia viene en la ley, en el decreto, se defienden, también, con la violencia. Que a veces termina con la muerte de uno de ellos. El choque de los dos mundos continúa
De modo que, al recordar los cuarenta y un años de la desaparición del José María Arguedas, la historia se repite en el heredero del indio, a quien defendía Gonzales Prada. Ese heredero es el campesino de hoy que a veces lucha y cae ante la fuerza de un Estado y un gobierno de turno que se ha aliado con un poder factico que tiene nombre propio: transnacionales.
Agua, primer relato publicado en 1935, Yawar Fiesta, 1941; Los ríos profundos, 1958; El Sexto (contenido social) 1961; Todas las Sangres, 1964; y el Zorro de Arriba…,1969 Son las obras en las que Arguedas entendió y dio a conocer no sólo a los intelectuales de su época, sino al pueblo peruano, la cultura andina. Este elemento, que ahora se ha establecido como la cultura chola, a través del proceso de la cholificación que hablaba Quijano, no ha desaparecido como pensaba el autor de Warma kuyay. Está ubicada en los espacios de las clases altas de hoy.
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