La enseñanza de los aprendizajes en las instituciones
educativas tanto privadas como públicas, en los últimos años, se encuentra
centrada, exclusivamente, en el aspecto cognoscitivo, es decir el de impartir conocimientos
en los estudiantes que, sin duda, son importantes para que los niños y jóvenes
los utilicen para solucionar los problemas que encuentren en su vida diaria.
Sin embargo, el mundo EMOCIONAL que lleva el niño y el adolescente a la escuela, al colegio y hasta a la misma universidad es
dejado de lado. ¿En la escuela, quién se preocupa de ese mundo emocional que
llevan los niños y adolescentes?
Hasta donde he podido observar no solo en la enseñanza
básica inicial, primaria y secundaria, sino también superior, el descuido es
grande y preocupante. En el último VII Encuentro Iberoamericano de Maestros y
Maestras que tuvo como sede Cajamarca, los educadores expusieron sus
investigaciones en los cuales no dejaron de hablar del estado emocional que los
estudiantes llevan al jardín, la escuela y el colegio. Una maestra colombiana
expuso su investigación titulado “Influencia de la
inteligencia emocional en la enseñanza, aprendizaje y evaluación de las
ciencias naturales”.
En este estudio, la maestra ha concluido que “en la medida en que se logre formar
integralmente a los estudiantes no solo en la dimensión cognitiva, sino también
en su parte emocional (sentir y actuar) es posible desarrollar la inteligencia
emocional para mejorar su potencial intelectual a partir del aprendizaje de las
ciencias naturales, orientándoles incluso en la construcción de su proyecto de
vida”.
La formación integral es el objetivo de la educación,
empero, en el Perú, el sentir y actuar del niño y adolescente se ha olvidado.
Los maestros han tomado como matriz de enseñanza en sus actividades de áreas
solo la formación cognitiva. Los colegios compiten entre sí en quién llena más
conocimientos a sus estudiantes. Incluso, los mismos jardines compiten en quién
enseña a leer, a multiplicar rápidamente a sus niños. Y el padre se siente
feliz, equivocadamente. La evolución cognitiva del niño especifica que la
enseñanza de conocimientos tiene sus niveles y etapas. Enseñarle al niño a que
realice deducciones lógicas en la etapa del aprestamiento, es como negarle una
etapa de vida.
¿Pero cómo se entiende la inteligencia emocional? El
psicólogo Edward Thorndike lo define como: “la
habilidad para comprender y dirigir a los hombres y mujeres, muchachos y
muchachas, y actuar sabiamente en las relaciones humanas”. Goleman también
habla extensamente sobre el tema. En tanto Gardnerya ha introducido dos tipos
de inteligencia: la intrapersonal y
la interpersonal. Cada una con sus
propias competencias. En la primera se
considera la competencia de conciencia de sí mismo y el autocontrol. En la
segunda la competencia de conciencia social y la relaciones sociales. A esto
llaman los psicólogos inteligencia emocional.
Haber, aterricemos un poco. En la inteligencia
interpersonal, que de alguna manera sería bueno desarrollar en los niños y
adolescentes, es la capacidad que debe tener el maestro para poder distinguir
en sus niños lo que sienten éstos. Es decir, saber qué sentimientos llevan esos
niños y adolescentes a la escuela. Distinguir sus estados de ánimo y
temperamentos. Aún más, discernir los estados de ánimo y emociones de los
padres y madres de esos niños y adolescentes. Muchas veces los hogares
disfuncionales permite a que los niños lleven a la escuela sentimientos que
deben ser tratos con mucho cuidado y, lo maestros, debe tener la habilidad de identificarlos
y luego tratarlos.
En tanto, en la inteligencia intrapersonal es la
capacidad que debe tener el maestro para el conocimiento de los aspectos
internos de una persona (en caso de una madre o un padre) y aspectos internos
de un niño o adolescente. Es decir, es ir más allá. Ir a la propia vida
emocional del niño y del padre o de la madre. Muchas veces los niños sufren
estados de ánimo que los concibieron en sus hogares donde las relaciones no son
buenas. Donde los padres viven en conflictos o, si es disfuncional el hogar,
los hijos con el padre o con la madre no se llevan bien. O a veces, donde los padres han perdido autoridad
en el hogar por sus propios malos
comportamientos. En fin, podemos seguir mencionando muchas causas.
Lo que sí es cierto es que el desarrollo de la
inteligencia emocional en los niños y adolescentes no sólo en la escuela por el
maestro, sino por los mismos padres en casa permite que el futuro ciudadano
también desarrolle su inteligencia cognitiva. Y un futuro ciudadano con
inteligencia emocional e inteligencia cognitiva desarrolladas, de hecho
contribuirá al desarrollo no solo de su familia, sino de la sociedad donde se
desarrolla. Por ello, los países desarrollados apuntan por este tipo de
educación.
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