La presencia de un congresista fujimorista,
presidente de la Comisión de Salud del
Congreso, Joaquín Ramírez, en las instalaciones del hospital regional de
Cajamarca el último fin de semana, no ha sido más que un acto mediático casi de
callejón preparado por el parlamentario
y que la prensa local se ha prestado o ha sido sorprendida.
El argumento del congresista ha sido que ha
realizado una visita inopinada ante la denuncia de una serie de irregularidades
al interior del nosocomio cajamarquino. Los problemas al interior del hospital
no son nada nuevo, ni sólo de estos días, vienen desde varios años atrás con otros presidentes
regionales. La noticia que no hay reactivos o insumos en el hospital no es
noticia nueva. Como dicen los periodistas, son refritos. La intención del
congresista, quien a cada instante critica a los políticos como considerándose
una autoridad apolítica mediática, ha sido armarse un espectáculo de callejón
al cual los militantes del MAS se han prestado equivocadamente.
Ramírez quiso aprovecharse de la situación que
viene atravesando el hospital y lo ha logrado. De una situación que las autoridades del gobierno regional no saben solucionar rápidamente por falta de
capacidad de negociación con las partes en conflicto y despedir personal, equivocadamente, en un año
electoral. Tremendo error.
El congresista fujimorista no se hubiese hecho
presente si el hermano, que es inútil hablando y más en política, no fuera
candidato al gobierno regional de Cajamarca. No le hubiese importado que no
haya insumos para las operaciones, que amanezcan las personas haciendo colas
para lograr una cita. Su intención fue aprovecharse de los más necesitados como
lo hizo cuando fue candidato al congreso.
Le aconsejaron que en el hospital hay personas que necesitan que alguien
les escuchen por una serie de atrocidades que atraviesa no sólo el hospital de
Cajamarca sino de todos los hospitales del
Perú.
La intención de la autoridad fiscalizadora no
ha sido dar solución al problema que atraviesa el hospital, sino tratar de dar
a conocer a la población de Cajamarca que la gestión del MAS, con Santos
Guerrero a la cabeza, viene trabajando mal. La intención,
desprestigiarlo para que de esta manera el hermano no pueda tener un
contrincante fuerte en las próximas elecciones.
Joaquín Ramírez y el hermano han iniciado
campaña no sólo realizando pintas por doquier, sino el primero utilizando el
cargo político para darle la mano al hermano menor. Tienen dinero Dios sabe de
dónde, pero no está garantizado el triunfo a punto de populismo.
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