martes, 30 de octubre de 2012

En seguridad el Estado cada vez más débil

lugar donde fueron asesinadas cinco personas

Para  el amanecer del domingo último, Cajamarca despertó con la información de que delincuentes habían asesinado a cinco personas entre ellas una mujer.  El lugar del crimen fue un club nocturno ilegal ubicado casi en la zona urbana marginal de la ciudad.  El club, ante las narices de las autoridades de la municipalidad provincial de Cajamarca, prácticamente, funcionaba al margen de la ley sin que nadie diga algo. Ni los funcionarios de licencias de la municipalidad, ni la policía nacional  y ni las rondas urbanas pudieron hacer algo para evitar que se produzca la matanza que los medios locales y nacionales han informado a la saciedad. Los medios nacionales tuvieron comidilla para los consumidores de programas que son la nueva sociedad de la cultura frívola. 

Con lo sucedido para el amanecer del domingo  es  que, una vez más se evidencia, la presencia del Estado es cada vez más ausente en la sociedad cajamarquina  donde las bandas delincuenciales se apoderan, por las noches, fácilmente de sus objetivos. El Estado ha sido puesto de lado para dar paso al estado delincuencial.  En Cajamarca, como en todo el Perú, no existen políticas de Estado que combatan a la delincuencia organizada. La ausencia del Estado en la sociedad no es un fenómeno  peculiar a Cajamarca,  sino que también este mal viene padeciendo  las ciudades costeñas del país y ciudades desarrolladas del mundo  occidental.  El modelo está destruyendo al Estado en tanto que los políticos se han convertido en sus aliados. Pronto los políticos desaparecerán  para convertirse en operadores del gran capital dejando de lado el papel que le han encargado, cada cinco años, la población en las urnas. Ese encargo es defendedla de las injusticias y protegerla del mundo del hampa.  Mientras policías y militares dan seguridad a las empresas mineras  en las alturas de Cajamarca, el hampa se apodera de las ciudades para convertirlas en pueblos horribles. Si en Europa  los Estados salvan a los bancos irresponsables que ocasionaron la crisis, en el Perú el Estado da protección al capital trasnacional dejando de lado que el hampa se adueñe de los pueblos no sólo costeños, sino andinos. Si el papel del Estado no se corrige y los políticos dejen de actuar de fantoches  del gran capital, la anarquia se adueñará de los pueblos.

   
      

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