martes, 22 de abril de 2014

El Quijote cabalga por los Andes.¿Estamos matando la lengua castellana?

Tal vez podremos decir que el Quijote cabalgó por los Andes y que hasta ahora, a pesar de los muchos años transcurridos, aún lo hace. Con esto quiero referirme al castellano, como lengua oficial de los peruanos, que cabalga no solo por los andes, sino por todas las regiones del Perú. En 1532, cuando los primeros españoles pisaron tierras peruanas, el castellano, que después se convertiría en lengua oficial, comenzó aclimatarse para ya no ser lengua de la península ibérica, sino de  los nuevos hablantes de Latinoamérica.

El 23 de abril se celebra el día de la lengua castellana. Hoy lengua oficial de los peruanos. El castellano que trajeron las huestes de Pizarro no fue el castellano de las letras de la edad de oro: de Cervantes, de Lope Vega o de Quevedo, sino  fue el castellano vulgar de los soldados, (este fenómeno siempre sucede cuando se da un acto de conquista). A medida que pasaron los años y el sistema colonial se institucionalizaba, la lengua europea se asentaba como la oficial de los conquistados y, a la vez, desplazaba a las lenguas indígenas.

Al margen de las lenguas aborígenes  marginadas debido al predominio sociocultural y político del castellano,  éste se convirtió en el instrumento que los peruanos lo hicieron suyo.  Ya no fue el castellano de la tierra de Garcilaso y de  Fray Luis de León, sino el castellano de los peruanos, el castellano mestizo. El castellano con su propia sintaxis, fonología, semántica…  Se amestizó  al entrar en contacto con las demás lenguas especialmente con la legua oficial del Tahuantinsuyo: Runasimi. Y otras lenguas preincas que sobrevivieron hasta antes que lleguen los españoles. Por ello gozamos de nuestro propio castellano, con su propia identidad, con su propia cultura y propia vida.

¿Estamos matando nuestro castellano? Se preguntan los académicos. Ese castellano que cultivaron los escritores  peruanos del siglo XX.  Sin duda que sí. Cada vez los peruanos hablamos y escribimos mal. Hasta ya no hablan debido al predominio de las redes sociales en internet. Hoy los jóvenes pasan horas tras horas en internet momificados  frente a una pantalla. Están perdiendo la facultad de diálogo  e interacción. Y lo que es más grave, utilizan las teclas de la computadora para destruir el  castellano  con sus propios símbolos para comunicarse.

Los medios de comunicación tradicionales, los modernos (redes sociales en internet) y las instituciones académicas  son los encargados de no matar al  castellano como instrumento de comunicación  entre los peruanos, sin embargo no lo están haciendo.  A los medios escritos, como los diarios y revistas sobre todo de provincias, no les interesa la vida de nuestro castellano, en cada párrafo encontramos tremendos errores que hace que agonice más nuestro medio de comunicación.  Los comunicadores y periodistas en las radios y en los programas de televisión  también  contribuyen a tal fin. Y lo que es peor, los mismos académicos y profesores de los colegios no  contribuimos a que nuestro castellano sea más rico como medio de comunicación.

 Entonces, ¿cuál será el destino de nuestro castellano? Si es que no promovemos actos culturales para fortalecerlo y enriquecerlo, en poco tiempo se convertirá en el idioma de menos importancia en Latinoamérica. Culturalmente se encontrará rezagado en comparación de otros países de la región  donde los Estados se preocupan en implementar políticas para fortalecer su castellano, es decir implementan políticas lingüísticas.


Con nuestro castellano, no hacemos más que ver cómo cabalga don Quijote sobre su Rosinante por las diversas regiones del Perú. Pero ese  Quijote no es específicamente el  que creó  Cervantes, sino es cada peruano que usa el  castellano mestizo para comunicarse e identificarse. No es el Quijote que habla el castellano del siglo XVI, sino el peruano que se expresa con el castellano aclimatado y que se enfrenta a los cambios del presente siglo.

A leer en el día de la lengua castellana. Otros hablan el día del libro.              

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