Mototaxista en conferencia de prensa |
Cuando uno aborda una combi para trasladarnos
de un punto de la ciudad a otro o ha nuestro domicilio, da la impresión que
subimos a un vehículo moderno que se desplaza dentro de una ciudad civilizada.
Pero no es así. Es todo lo contrario. Nos encontramos en la Jungla del
Transporte Urbano de una ciudad asechada por la barbarie e incivilización,
donde el más fuerte gana como en la
Jungla. Esa ciudad se llama
Cajamarca. Pero los incivilizados
no sólo son los bárbaros de los conductores y cobradores de las combis, sino
también algunos conductores de lujosos autos que entran a la carnicería verbal
con aquellos. ¿Y los reguladores del transporte urbano? Maquinan estrategias con los jefes de las
tribus del transporte urbano para controlar
a esa masa compacta cacósmica.
Son poco más de las siete de la mañana. Junto
a otras personas, que se alistan para llegar a sus centros de trabajo o
universidad, abordamos una combi en uno
de los paraderos de las afueras de la ciudad del Cumbe que añora la Cajamarca
nostálgica del siglo pasado. Los primeros, que subimos al vehículo en los
primeros paraderos, tenemos suerte porque encontramos asientos para viajar.
Empero, ha medida que la combi avanza y el cobrador va llenando el vehículo con
más pasajeros, los que viajamos sentados vamos sintiéndonos incómodos porque
las personas se hacinan en la combi. El bárbaro cobrador, con la cabeza hacia
afuera por la ventana y con el pantalón
por debajo de la cintura, continúa llenando la combi. “¡Suben!, ¡subene!”,
grita el cobrador y el conductor se detiene.
Una señora casi doblada, por lo bajo que es la
combi y no tiene pasa mano, sus seños los hacen descansar sobre mi cabeza; un
niño, apunto de llorar y con los pelos despeinados, aplastado entre dos piernas
de dos personas adultas. Los clauxos de los vehículos suenan pordoquier junto
con los gritos de los cobradores que piden permiso para avanzar. Un insulto sale de la boca de un conductor de
un vehículo de último modelo. El cobrador no se queda atrás y éste le contesta
con términos semejantes. Una señora que logra reconocer a ese conductor, dice:
¡Es un fiscal! Los demás pasajeros murmuran entre dientes… Es sólo un momento de
experiencia en la jungla del Transporte Urbano en Cajamarca donde nadie dice
nada.
A la jungla se incorpora los transportistas de
las mototaxis que, ante decisión de la autoridad del Transporte Urbano de la
municipalidad, deciden defender lo que consideran sus espacios de trabajo que
son amenazados de quitarles. Un subgerente de transporte de la municipalidad de
Cajamarca se muestra autoritario haciendo alago a su formación militar. Su
nombre Jorge Gonzales Romero. Dice que no puede dialogar con informales,
con un grupo de informales que no están formalizados. Lejos de abrir los
canales de una conversación bidireccional, ese subgerente se muestra
intransigente. A él se une una dirigente del transporte urbano a quien, los
motostaxistas, la llaman la “China”. Ésta dueña de empresas que, según las
declaraciones de los transportistas de vehículos menores, se aprovecha por tan sólo tener empresas y no vehículos.
Entonces, los dirigentes de los mototaxistas y
los demás conductores de los vehículos menores, se muestran también
intransigentes y piden la cabeza del subgerente Gonzales acusándolo de abusivo
y prepotente. Convocan a conferencia de prensa para denunciar los abusos y los
chantajes que les hicieron cuando se pidió la vacancia del alcalde provincial
de Cajarmarca Ramiro Bardales Vigo. El
señor José Ocas Portal,
mototaxista, denuncia que lo multaron por no asistir a la vacancia del
señor alcalde, lo multaron con 30 soles, y lo botaron por no asistir a los
llamados del subgerente de transporte Jorge Gonzales. Al día siguiente de
la conferencia, luego de pedir la
renuncia del subgerente, los mototaxistas vuelven a las calles con sus pequeños vehículos.
Estos mototaxistas piden la formalización para
poder trabajar y llevar un pan para sus familias. En el seno del concejo no se
aprueba la ordenanza que dispone la formalización y reempadronamiento de los
mototaxistas informales. Los regidores, que se oponen, consideran que no se
puede aprobar la ordenanza porque la ley no lo permite. Los mototaxistas
informales vuelven al reclamar por las calles y por fin, con presión de más
transportistas que dicen formalizados y dirigidos por la “China”, presionan y
el concejo, no por decisión técnica y legar, aprueban la ordenanza. Los
dirigentes salen en algunos medios para agradecer por la aprobación de dicha
ordenanza.
Las calles angostas de la ciudad de Cajamarca
ya no dan más para que más vehículos se trasladen pro ellas. La Jungla del
Transporte Urbano se vuelve más bárbara y los incivilizados conductores han
logrado su objetivo: tomar las calles. La autoridad débil y con serios
problemas de gobernabilidad no puede hace nada y se deja someter al poder de la
barbarie del transporte urbano.
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