Desde el 31 de mayo, fecha en que se dio inicio al paro indefinido contra el proyecto minero Conga, el Movimiento Social tomó cuerpo en la protesta que está conformada por el sector urbano popular, el campesinado y sector medio urbano. El sector obrero muy reducido. No se esperaba, como lo preveía el gobierno y los operadores de la empresa minera Yanacocha, que el movimiento social creciera a medida que pasaban los días. “Pueblo, escucha, la muerte está en tu puerta”, “El pueblo inteligente defiende el medio ambiente”, “Ollanta, escucha, Conga es inviable” eran y continúan las consignas de los manifestantes por las calles de Cajamarca.
EL MOVIMIENTO CAMPESINO
Las primeras delegaciones campesinas de la provincia de Celendín y Bambamarca, que llegaron a Cajamarca para participar en el paro indefinido, se hicieron presentes ante los ojos de los citadinos cajamarquinos y de la prensa local y limeña que había llegado para cubrir información. Para albergar al Movimiento Social Campesino, sin dudarlo, la congregación franciscana dio espacio para que se paren las ollas comunes y puedan pasar la noche durante los días que estaban en la ciudad. Después eran relevados por otros campesinos que dejaban sus familias para defender el agua de sus cabeceras de cuenca. Parte de la iglesia cajamarquina (sin contar con la diócesis de Cajamarca con el obispo a la cabeza que forma parte del directorio de ALAC vinculado a Yanacocha) se había unido al Movimiento Campesino. El padre de la Iglesia San Francisco, Isaac Shahuan, con los brazos abiertos, dio albergue al campesinado a cambio de nada. También él marchó con su bandera en mano. Contra el padre llovieron críticas por su actitud con el campesinado. Querían que se comporte como un cura más de la novela de "Aves sin nido", un sacerdorte corrupto e inmoral.
Poco faltó que, por los enfrentamientos en el centro de la ciudad, la policía ingrese a propiedad de la iglesia San Francisco y, del mismo modo que en la plazuela Bolognesi, pateen las ollas con comida. Esta vez, a diferencia del siglo pasado del gamonalismo, los campesinos tenían, a parte de la iglesia, como un aliado. El patio principal de la iglesia franciscana se convirtió en el símbolo de la resistencia campesina de donde los campesinos salían, después de comer sus alimentos, a movilizarse por las calles de Cajamarca en donde eran aplaudidos y respaldados por citadinos y vistos despectivamente por otros.
El movimiento campesino, después de largos años, después de la Reforma Agraria, volvió a tener presencia en las calles de Cajamarca para reclamar el derecho no a la tierra, sino al agua que las trasnacionales mineras las destruye con el aval de un gobierno que prometió la protección del recurso hídrico. De este modo, Cajamarca es la primera ciudad andina del siglo XXI que comienza a cuestionar no sólo el modelo económico, sino los abusos de las empresas mineras que son, como se ha visto, el Estado usurpado.
Manuel Ramos Campos, presidente del Frente de Defensa del centro poblado de El Tambo perteneciente a la provincia de Bambamarca, es quien lidera el movimiento campesino. Junto a él no sólo han llegado los paisanos de su comunidad, sino también campesinos de otras comunidades de la provincia de Bambamarca. Ramos Campos tiene la mirada de un hombre cansado pero en sus expresiones se escucha la vehemencia de un campesino que no se doblega fácilmente. Sus pómulos quemados por el frío junto con su elocuencia son los que resaltan en su personalidad. Por las calles de Cajamarca, junto a sus demás compañeros, ordenadamente, se desplaza gritando contra el proyecto minero Conga. “Que lo entienda el presidente Ollanta que el proyecto Conga es inviable porque destruirá nuestras cabeceras de cuenca” dice cogido el resumen del EIA del proyecto minero y agrega que no permitirán que muevan ni una piedra de sus lagunas y de lo que pase será responsable Yanacocha y Ollanta Humala.
El Movimiento Campesino no sólo de las provincias afectadas, sino también de otras provincias de la región está convencido que su lucha es por el agua y consideran que con dirigentes o sin dirigentes lucharán hasta el final. Hasta dicen que en su lucha no tiene que ver Santos, Arana y Saavedra. La solidaridad con el campesinado que se encuentra en la ciudad es grande. No sólo los citadinos donan comida para las ollas comunes, sino lo mismos campesinos llegan de los distritos trayendo leña y lo que siembran en sus comunidades. A más de un mes del paro indefinido, son los campesinos los que se desplazan por las calles gritando contra el proyecto minero. Su lucha es constante a pesar que sus aliados maestros han retornado a sus aulas.
En la lucha del campesinado contra el proyecto minero, el sector popular urbano, que comprende el comercio ambulatorio, el comercio de los mercados de la ciudad y las organizaciones sociales de los barrios de la ciudad; y el sector medio que comprende los estudiantes universitarios, estudiantes de nivel secundario y los profesionales son los que conforman el movimiento social que ha nacido en Cajamarca. En el último fin de semana, las mujeres cohesionaron y fortalecieron el movimiento campesino. De la marcha de las mujeres más del cincuenta por ciento eran campesinas que todavía se movilizan por la ciudad junto a los hombres.
Así que el Movimiento Campesino es el que todavía se encuentra en las calles. No se cansa. A pesar del repliegue de los otros sectores ellos siguen adelante. De las circunstancias del momento dependerá lo que suceda más adelante.
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