Delincuentes capturados por Rondas Urbanas |
Al problema de los conflictos sociales por la
presencia de las actividades extractivistas, se suma el problema de la
inseguridad ciudadana en el que el hampa pretende extender su forma de vida al
margen de la ley. Los asesinatos no sólo en la capital del Perú, sino, también,
en la de provincias, específicamente en Cajamarca donde han sido asesinados
tres taxistas en menos de dos semanas, han puesto en jaque al propio gobierno y
demás autoridades del país. En otras palabras han puesto en jaque al mismo Estado
que cada vez se muestra más ausente.
Las Rondas Urbanas de Cajamarca, ante el
descrédito de las instituciones del Estado (policía, poder judicial, ministerio
público…) y por carecer de prestigio y confiabilidad, se han convertido en una
alternativa para frenar la violencia del hampa. Ya la población ya no más acude
a las tradicionales instituciones que antaño les brindaba apoyo, sino que tiene
que acudir a aquella organización nacida en el corazón mismo de los barrios o asentamientos
humanos de las grandes urbes: Rondas Urbanas.
Éstas, haciendo uso de costumbres o principios
ancestrales que funcionaban en la sociedad Inca o sociedades preincas, con unos
cuantos garrotazos con el llamado “rebenque”, ponen orden y han logrado reducir
los asaltos en la ciudad de Cajamarca.
Cuestionadas o no las Rondas Urbanas, están haciendo el papel del
Estado. Se han ganado a la población que en todo momento pide seguridad.
Ante ausencia de Estado, durante la presente
semana, cientos de campesinos, organizados en sus también Rodas Campesinas, han
bajado de sus comunidades a la ciudad para exigir a las autoridades que
capturen a los responsables de uno de los tres taxistas asesinados. Una vez más
para exigir presencia de Estado. Pero por el contrario, las autoridades que se
reunieron el día martes, antes de convocar a las Rondas Urbanas y Rondas Campesinas,
las dejaron de lado y, unilateralmente, han decidido que las rondas deben
actuar acompañadas de la fiscalía para evitar abusos.
Hay una diferencia entre
las autoridades, que se reunieron para tratar el problema de la inseguridad, y
las Rondas Urbanas: los primeros sólo planifican, hablan… pura teoría, mientras
los otros actúan ante la ausencia de los primeros y defenderse del hampa.
¿Pero qué permite que la violencia del hampa
se incremente en los gobiernos de tendencia neoliberal como el Perú? Una
hipótesis a la pregunta es la presencia de un modelo ortodoxo neoliberal
que en una de sus normas dice que el
Estado debe participar menos o nada no sólo en la economía, sino en lo
político. Y cuando el Estado es anulado, las políticas de gobierno a favor de
una sociedad no existen y como el modelo, además, dice que se debe proteger las
inversiones y los capitales que llegan al país, los gobiernos olvidan los
servicios y los gastos públicos. Olvidan las estrategias y planes para combatir
cualquier mal que asecha al país.
Empero, ese Estado reducido con la ideología
neoliberal, actúa a favor del gran capital ya sea con decretos supremos o leyes
nacidas del mismo seno legislativo donde los congresistas no actúan a favor de
una población que los eligió, sino a favor suyo porque el modelo es
individualista. A ese Estado reducido no le queda otro camino que firmar
convenios entre el Estado y las empresas mineras para que aquella le
proporcione seguridad ante las protestas sociales mientras la delincuencia
avanza en las grandes ciudades.
Así que, mientras tengamos un modelo
reduccionista con relación al Estado y los gobiernos lo permitan, la violencia
del hampa avanzará y no tardarán en aparecer otras organizaciones como las
Rondas Urbanas o Campesinas para defenderse de la violencia. Y lo que es grave,
no tardaran, ante la ausencia total de Estado, la presencia de organizaciones
contratadas para enfrentarse contra las organizaciones que protestan contra las
inversiones extractivas que destruyen los recursos naturales. Si el Estado no
se fortalece, el caos neoliberal imperará porque al modelo le interesa que los
Estados vivan en caos mientras se llevan las riquezas.
_ ¿Cuál es la salida ante tan grande problema
de violencia del hampa en el Perú?_ preguntó un ex policía que nos escuchó
conversando sobre el tema con algunos periodistas. Algunos columnistas en los
diarios capitalinos han planteado que el ejecutivo y la oposición se sienten a
debatir sobre el problema. Que el ejecutivo ponga en marcha los planes que ha
previsto para combatir la inseguridad en todo el país. Pero la pregunta surge:
¿Cuáles planes? Al escuchar que un Director de la Policía miente sobre el
accionar de la policía, se entiende que ni siquiera existen planes, peor planes
de inteligencia.
Para el ex policía _ comentó_ que la salida al problema no esta en más
policías y patrulleros, sino en que las leyes tienen que ser más drásticas y que se ha perdido mística en
la policía. Sin duda el ex policía se refiere en otros términos al
debilitamiento del Estado y que es urgente que, en medio de un modelo
neoliberal, ese Estado se fortalezca, que las instituciones públicas vuelvan a
recuperar la mística que el actual modelo lo ha demolido, que la ciudadanía
esté sobre ese modelo individualista que destruye la institucionalidad.
De modo que, de nada sirve que se convoque a
reuniones_ como las que ha convocado la municipalidad de Cajamarca para la
peliculina_ para combatir la inseguridad, sin antes mirar una ideología que nos
aplasta y destruye.
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